-Nope.
-¿Pour cué tantous cigarrilios, Humbértou?- me pregunta mientras cierra mi maleta sin haber guardado las cajas.
-‘Cause I smoke a lot- le respondo.
-How old are you, Humbértou?
-Just turned 19 last month.
-And why are you bringing so many cigarettes, Humbértou?
- Because I smoke a lot, I’ve already told you- le respondo. El gringo acomoda las cajas paralelas las unas a las otras. Me observa. Las observa. Me observa. Las observa. Vuelve a la computadora.
-How much time are you planning to stay in the country, Humbértou?
-Just a couple of weeks.
-And you really need thirty packs of cigarettes, Humbértou?
-Well… I smoke ‘round two packs a day, so yeah.
-Geez, two packs a day… that’s a lot for a young guy like you, isn’t it?
-You could say, yeah.
-Aren’t you worried about your health?
-Not really.
-Smoking causes cancer, you know?
-I know.
-And why do you keep smoking, Humbértou?
-‘Cause I already have cancer, sir.
-I’m sorry.
-You don’t have to be. You didn’t knew.
-I think that’s about it- me dice mientras vuelve a meter las cajas de Marlboro en la maleta- Good luck, Humbértou.
-Thanks.
Parecen horas lo que nos toma en llegar a la casa con tanta pregunta que me van haciendo. La mayoría son preguntas para saber el estado de salud de parientes de los que yo nunca oí hablar (¿Apoco tengo un tío Amadio?). Para enfado de mi tía le confieso que soy un pésimo informante porque soy pésimo chismoso, y qué le vamos a hacer. A veces mi prima me toma la mano y me pregunta cosas del país. Tiene acento de pocha, pero a mí de cualquier forma se me para cuando me toca. En esas estaba cuando mi tío anunció “Ya llegamos” y yo tuve que hacerme el idiota unos minutos para que se me calmara el asunto y poder bajar tranquilo del carro. La casa no es una linda casa, pero por lo menos es una casa.
Saludo a un par de primos que no sabía que existían mientras mi tía me da instrucciones para llegar a mi cuarto y dejar la maleta. El cuarto en sí no es un gran cuarto, pero no es un mal cuarto. Aprovechando que me dieron tiempo para poder acomodarme me pongo a vaciar la maleta sobre la cama (que no es una gran cama, pero qué le vamos a hacer). Calcetines, calzones y playeras a los cajones. Los libros los voy apilando en el buró. Las cajas de cigarros me las acomodo bajo la axila y salgo al pasillo para buscar el baño.
Por suerte el baño es un gran baño, y hasta da gusto cagarlo. Cuando salgo me encuentro a mi prima y le sugiero que no entre. Me sonríe. Ay, qué cosa.
Del baño bajo a la sala y me encuentro a mi tía acomodando papeles en un escritorio.
-¿Todo bien, m’hijito?
-Sí, tía.
-¿Ya viste dónde está la cocina, el baño?
-Sí, tía; ya vi.
-Muy bien, muchachito.
-Aquí le dejo sus cigarritos, tía.- y me enciendo un Raleigh.